Nuestra mejor (o peor) amiga: la autoestima

Tener un buen aspecto físico y una autoestima alta conduce a la mejora del bienestar personal. A todos nos gusta sentirnos seguros de nosotros mismos y estar a gusto con nuestra piel. Sin embargo, por desgracia, gran parte de la población-sobre todo mujeres, según las estadísticas- no se siente así: se obsesionan con supuestos ‘’defectos’’ que terminan convirtiéndose en complejos e incluso trastornos psicológicos. Según el psicoanalista Juan Martínez-Mena, el principal motivo de estos complejos son los estándares de la sociedad, que son muy estereotipados y rígidos en todo, sobre todo en el plano físico. Estos prototipos se convierten en imposibles de alcanzar; por ejemplo, el abuso del Photoshop aplicado a modelos o actrices (estupendas ya de por sí) que las convierte en seres irreales. Hay que tener mucha fortaleza y madurez psíquica para que no te afecten esos ideales imposibles que nos rodean. A muchas mujeres, no sólo adolescentes, les afectan: acaban frustrándose al no poder alcanzarlos y eso incide en su autoestima.
Nuestra autopercepción es muy variable. Depende del estado emocional interno y puede cambiar mucho, includo variar de un día para otro, aunque sea objetivamente imposible que se hayan producido grandes cambios reales. La propia belleza es una sensación que no siempre se corresponde con la realidad externa. Por eso hablamos de ''sentirse guapa''. Esto puede explicar que, aunque haya momentos en los que nos veamos bien, optamos por recurrir a tratamientos para mejorar. Buscamos una mejora exterior, pero también sentirnos mejor desde dentro: conseguir mantener la sensación de esos días buenos en los que nos sentimos seguros, contentos con lo que vemos en el espejo. Normalmente, cómo nos vemos nosotros mismos no coincide con cómo nos perciben los demás. 
Sentirse guapa es algo muy subjetivo y variable. Es una cuestión que está más relacionada con la actitud que a unos rasgos concretos, una talla determinada o a un cierto número de arrugas. Según diversos estudios, las características claves para sentirnos bellas son una piel saludable, una personalidad encantadora, confianza, atractivo sexual, inteligencia y sentido del humor.

Múltiples estudios relacionan la necesidad imperiosa de un corte de pelo con momentos de cambio emocional en los que necesitamos una dosis extra de autoestima. Los más habituales son las rupturas sentimentales y la maternidad. ¿Qué mejor manera de subir nuestro ánimo que mejorando nuestro aspecto? Cualquier opción es buena: ir al gimnasio, hacernos la manicura, teñirnos el pelo, ponernos unos tacones altos, echarnos unas gotas de nuestro perfume preferido, o simplemente mirarnos al espejo y sonreír.


Heidi Klum en el desfile
de Victoria Secret de 2007
Verse bien en el espejo depende en gran medida del estado de ánimo, pero también hay cuestiones externas que ayudan a elevar la moral, a sentirnos más guapas y seguras: vencer la celulitis, comer sin engordar, tener buena cara, saber sacarnos partido con el maquillaje, mantenernos jóvenes, dar con el corte de pelo perfecto, tener una nariz y un pecho bonitos y proporcionados, y unas piernas firmes.
La salud mental influye más que los problemas físicos reales sobre la autopercepción general. No tenemos que compararnos con nadie, y menos con modelos y personas que viven por y para su cuerpo. La solución más adecuada es pensar en positivo, cada persona tiene sus defectos, pero todos tenemos cualidades positivas que nos hacen destacar. ¿Para qué comparar tus piernas con las de Heidi Klum si mides 1’60 m? Las comparaciones son odiosas, autodestructivas e inservibles. Sólo un pequeño porcentaje de la población son supermodelos y el resto de los mortales tenemos que aprender a convivir con nuestros defectos que, al fin y al cabo, son nuestra seña de identidad.


FUENTES: Revista Vogue Belleza nº 48,51 y 52

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