Nuestra autopercepción es muy variable. Depende del estado emocional interno y puede cambiar mucho, includo variar de un día para otro, aunque sea objetivamente imposible que se hayan producido grandes cambios reales. La propia belleza es una sensación que no siempre se corresponde con la realidad externa. Por eso hablamos de ''sentirse guapa''. Esto puede explicar que, aunque haya momentos en los que nos veamos bien, optamos por recurrir a tratamientos para mejorar. Buscamos una mejora exterior, pero también sentirnos mejor desde dentro: conseguir mantener la sensación de esos días buenos en los que nos sentimos seguros, contentos con lo que vemos en el espejo. Normalmente, cómo nos vemos nosotros mismos no coincide con cómo nos perciben los demás.
Sentirse guapa es algo muy subjetivo y variable. Es una cuestión que está más relacionada con la actitud que a unos rasgos concretos, una talla determinada o a un cierto número de arrugas. Según diversos estudios, las características claves para sentirnos bellas son una piel saludable, una personalidad encantadora, confianza, atractivo sexual, inteligencia y sentido del humor.
Múltiples estudios relacionan la necesidad imperiosa de un corte de pelo con momentos de cambio emocional en los que necesitamos una dosis extra de autoestima. Los más habituales son las rupturas sentimentales y la maternidad. ¿Qué mejor manera de subir nuestro ánimo que mejorando nuestro aspecto? Cualquier opción es buena: ir al gimnasio, hacernos la manicura, teñirnos el pelo, ponernos unos tacones altos, echarnos unas gotas de nuestro perfume preferido, o simplemente mirarnos al espejo y sonreír.
Heidi Klum en el desfile de Victoria Secret de 2007 |
La salud mental influye más que los problemas físicos reales sobre la autopercepción general. No tenemos que compararnos con nadie, y menos con modelos y personas que viven por y para su cuerpo. La solución más adecuada es pensar en positivo, cada persona tiene sus defectos, pero todos tenemos cualidades positivas que nos hacen destacar. ¿Para qué comparar tus piernas con las de Heidi Klum si mides 1’60 m? Las comparaciones son odiosas, autodestructivas e inservibles. Sólo un pequeño porcentaje de la población son supermodelos y el resto de los mortales tenemos que aprender a convivir con nuestros defectos que, al fin y al cabo, son nuestra seña de identidad.
FUENTES: Revista Vogue Belleza nº 48,51 y 52